miércoles, 7 de mayo de 2014

Impaciencia

Si me preguntas ¿Qué es la impaciencia? podría describirla como el hecho de ''esperar'' con prisa.


A lo largo de mi vida, en muchas ocasiones me toco tragar enteros los frutos de la impaciencia ¿Y a quién no? recuerdo muchas etapas de mi niñez en las cuales me perdí de momentos que hoy por hoy no volverán por no saber esperar. Una de esas etapas las viví cuando a los 6 - 7 años pegada a la ventana esperaba con ansias devorar el dulce que ''supuestamente'' mi mamá me traería al llegar a casa.


Cuántas vivencias, juegos, risas y momentos deje pasar por esperar con prisa.

Otra de esas etapas las viví en mi juventud, una época de decisiones en las que la paciencia juega un papel muy importante; relaciones, amistades y momentos que no disfruté a plenitud por esperar con prisa.

''Tened también vosotros paciencia, y afirmad también vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.'' Santiago 5:8.


LA PACIENCIA es una de las virtudes que actualmente está en baja. Nuestro ritmo de vida frenético de consumo inmediato, ha hecho que el valor de este concepto haya quedado casi en desuso. Nadie es enteramente paciente. Sin embargo, la paciencia es esencial  para el equilibrio y la justicia.

¿Cuántos momentos dejaras pasar para compartir tu vida con Cristo?

¿Cuánto más viviremos con prisa? 

¿Hasta cuándo vivirás tu tiempo?


Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Si, espera a Jehová. Salmos 27:14.

¡EL SEÑOR JESÚS AGUARDANDO ESTÁ... PACIENTEMENTE, ESPERA POR TI!

viernes, 2 de mayo de 2014

En sus zapatos

¡Te quiero hija! Gritaba con amor mientras de brazos abiertos se acercaba para abrazar a su pequeña. Ella, frunciendo el ceño y entre murmullos se deja oír diciendo: ¡Déjame tranquila! mientras se levanta y se aleja dejando a su padre con los brazos extendidos.

Él es un padre amoroso, atento, siempre dispuesto a ayudar a sus hijas; las ama sin condiciones ni restricciones! Imperfecto, como todo ser humano pero con un corazón gigantesco presto a perdonar con amor y velar por el bienestar de los suyos sin esperar nada a cambio. ¡Que maravilloso amor!

Más de una vez rechazado por sus hijas, esposa y familia. ¿Cómo no estar destrozado?.

Me pregunto: ¿Cómo un padre puede amar con tanta intensidad a sus hijos abriendo paso al perdón? ¿Cómo puede reconstruir su corazón luego de experimentar el dolor del rechazo?. 

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevo él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados. 
Isa 53: 3-5.

¿Cuánto más rechazaremos al Señor?. 

¿Cuánto más esconderemos el rostro de aquel que nos amo tanto, y de tal manera que envió a su hijo unigénito a morir por nosotros?.

¿Hasta cuándo huiremos de la presencia del Señor?.

¿Qué esperamos para responder a su llamado?. 

Llegara el momento en el que nuestros ojos no verán la luz del Señor, nuestros oídos se ensordecerán y nuestros corazones se enfriaran de tal manera por el pecado que su voz no podrá calentar nuestras almas. 

Mi sacrificio es nada, comparado a lo que Cristo sacrificó por amor.

Mi dolor es dulce alabanza en comparación al sufrimiento que experimento el Señor.

Es nuestro turno de ponernos en sus zapatos, de andar como él anduvo aunque su talle sea extraordinariamente mayor que el nuestro.


Él lo hizo por amor... 


y ¡QUE MARAVILLOSO AMOR!